2/05/2009

Los Tiburones a veces tienen pesadillas


Gracias a una invitación del joven escritor Daniel Ríos, y gracias a mi corta experiencia como docente universitario e investigador en procesos de Lectura y Escritura en la Educación Superior, tuve el gusto de asesorar a este nuevo talento, quien ganó una convocatoria pública de la Alcaldía de Medellín por intermedio de la Secretaría de Cultura Ciudadana, en el año 2008.

Mi acompañamiento, que se prolongó durante casi un semestre académico, consistió en leer detenidamente los relatos del joven, reflexionar sobre el proceso creativo, plantear alternativas narrativas, sugerir asuntos formales y estimular el ejercicio metódico de la escritura. Todo ello, en un ambiente de camaradería y amabilidad, muy difícil de conseguir cuando las barreras de edad aparecen y cuando, a pesar de haber compartido los predios de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Medellín, no fui nunca su profesor. (Tal vez eso facilitó la empatía).

Durante el proceso Daniel mostró gran capacidad autocrítica, exhibió un espíritu enseñable, defendió sus obras y asumió con respeto y total autonomía las sugerencias que consideró pertinentes. Es un escritor con un gran potencial y sé que cada paso que dé en esta dirección lo madurará en el proceso de construir su identidad literaria.

El producto de este trabajo fue el libro Los Tiburones a veces tienen pesadillas, editado con los recursos que obtuvo como premio de la municipalidad. Es un libro en el que se dibujan los intereses literarios de Ríos, marcados por el impacto de la narrativa audiovisual en las nuevas generaciones de nuestro continente. Entre los relatos que reúne este libro recomiendo Una cometa, una excelente disculpa para retratar una familia de hoy, y Una mosca lo venía persiguiendo, relato lleno de imaginación y creatividad.

Entretenido y simple; directo y muy visual, a veces con lenguaje callejero, así es este libro cuya lectura es posible gracias a que los ejemplares llegan a muchos lectores desprevenidos que los encuentran en un parque, en una silla del metro, en lugares donde quienes los han leído, los "olvidan intencionalmente" por sugerencia y estrategia del autor.
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