5/17/2010

Religión y Política: el miedo no es buen elector


El próximo 30 de mayo de 2010 los colombianos iremos a las urnas para elegir al primer mandatario para el período 2010-2014. En medio del debate ha resurgido el tema de la relación entre la Política y la Religión. Con cierta fuerza, han circulado argumentos como "Antanas es ateo", "Antanas no cree en Dios", "van a perseguir a la Iglesia, elijamos bien", "se va a aprobar el aborto", "se legalizará el matrimonio gay". El fin último de estas expresiones es decir que, para un país mayoritariamente católico, lo "normal" sería elegir a un Presidente que crea en Dios; otra alternativa generaría miedo y espanto. Es una versión "sublime" de la estrategia del miedo que pretende asustar a los creyentes para que definan su voto por una opción más "santa".

Hasta los demonios creen ¡y tiemblan!

La pregunta simple es: ¿No es eso, mandatarios que creen en Dios, lo que hemos tenido siempre? ¿Alguien se ha reclamado abiertamente ateo y adversario a la profesión de una fe?

Si la Violencia, así con mayúscula, ha sido una marca de nuestra historia, ¿alguien se ha preguntado por qué los mandatarios que creen en Dios no han puesto en vigencia el imperativo no matarás? Simplemente porque no depende de ellos; la dinámica social no es el reflejo de la ética presidencial, aunque el Presidente sea o deba ser un referente fundamental de respeto por la vida.

Si la Corrupción, así con mayúscula, es la marca generalizada de la forma de hacer política, ¿alguien se ha preguntado por qué los mandatarios católicos no han puesto en vigencia el imperativo no robarás? Simplemente porque no depende totalmente de ellos; la dinámica gubernamental no es el reflejo de la ética presidencial, aunque el Presidente sea un referente fundamental para el manejo transparente de los recursos públicos.

Esto en cuanto a las prácticas de matar y robar. ¿Y frente al aborto? ¿Y frente al matrimonio entre parejas del mismo género? Debemos reconocer que estos dos últimos temas nos alarman más que los dos primeros. Como si tuviéramos una nueva clasificación de "pecados veniales y pecados capitales".

El aborto, por ejemplo, ha ganado terreno social gracias al desarrollo de Derechos por la vía jurídica y constitucional; a pesar de que desde la Presidencia se envíen mensajes como "jóvenes, aplacen el gustico", cada vez es mayor el número de embarazos en adolescentes. De otra parte, la Corte Constitucional ha legislado en favor de la práctica del aborto en los casos en que peligre la vida de la madre, cuando se compruebe malformación del feto y cuando sea fruto de violación, insesto o de procedimientos no consentidos por la madre, como la inseminación artificial o la transferencia de óvulos.

En cuanto a uniones de parejas del mismo género, la Ley 54 de 1990 y la Sentencia C-811 de 3 de octubre de 2007 de la Corte Constitucional les extienden los derechos patrimoniales de los matrimonios entre un hombre y una mujer.

Espiritualidad religiosa y vida social

¿Podrá la homofobia ser una expresión del amor cristiano? ¿Condenar al ladrón es nuestra misión? Creo que no, si llevamos a la práctica el amor por el prójimo, independientemente de que sus opciones de vida coincidan con las nuestras. En otras palabras, si amamos a las personas, aunque no aceptemos lo que hacen...

No estamos frente a un Estado confesional gobernado por líderes religiosos. Estamos en un Estado laico, con una clara vocación de respeto por la separación entre el Estado y la Iglesia, sano principio que ha marcado a las sociedades y culturas más democráticas.

Afirmaciones como la que se hace Juan Paz el domingo 16 de mayo son fruto de la idea según al cual los gobernantes se deben a las iglesias. Dice la columna periodística: "Personajes importantes de la ciudad, quienes asistieron a la posesión de monseñor Ricardo Tobón como arzobispo de Medellín, comentaron con extrañeza la notoria ausencia del alcalde Alonso Salazar…" A esa unidad "natural" estaban acostumbrados los expertos en el protocolo social y gubernamental desde el contexto católico. Desde esa mirada tradicional, al lado del gobernante siempre estaba presente el cura.

Los evangélicos, en cambio, tradicionalmente vimos la política como uno de los santuarios satánicos más grandes. Visión exagerada, no excenta de cierta lógica.

En ocasiones, en nombre de una sana espiritualidad, alejamos nuestra vida del efectivo amor al prójimo. El teólogo bautista Harold Segura, afirma que a los evagélicos latinoamericanos "se nos transmitió la vida en el Espíritu como sinónimo de intimidad individual con Dios y como cultivo de una vida piadosa, pero sin mucha o ninguna conexión con los compromisos a favor de la paz, la justicia y la solidaridad", compromisos que implican salir de la seguridad en nuestras cuatro paredes para tocarnos con otros en la construcción de alternativas políticas, sociales y culturales.

¿Podrá la figura presidencial oponerse al desarrollo constitucional de Derechos? Creo que no, si se trata de una Democracia con un sano equilibrio de poderes. Tal vez ocurra en una dictadura; Colombia ha estado a punto de bajar a esta condición pero, gracias a Dios, el Derecho se ha impuesto.

¿Podrá la figura sacerdotal oponerse al desarrollo constitucional de Derechos? Creo que no, aunque se trate de derechos abiertamente contrarios a los principios bíblicos y cristianos. El mensaje evangelístico puede tocar el corazón del ciudadano y del gobernante, pero no imponerse en la institucionalidad pública, a menos que se desee construir una dictadura religiosa. El amor seduce, no se impone. Las cruzadas católicas y el régimen Taliban, por ejemplo, muestran lo que significa imponer una doctrina religiosa como régimen político, por vías que contradicen lo que se pregona.

Finalmente, frente a la idea que ronda, según la cual el Cristianismo se asimila con las posturas más conservadoras y que para nada se asocia con las ideas progresistas, valga decir que, históricamente, los grandes desarrollos sociales han caminado de la mano de opciones claramente alineadas con principios bíblicos y cristocéntricos, muchas veces, a pesar de los propios dirigentes políticos que los enarbolan. El Sacerdote Horacio Martínez Herrera expone claramente el asunto en su libro "El compromiso social del cristiano", editado por la Pontificia Universidad Javeriana en el 2005.

Vuelvo al tema electoral:

Por la vía de la construcción de una ética civil, Antanas Mockus y Sergio Fajardo han llegado a dos planteamientos clave: toda vida es sagrada, y los dineros públicos son sagrados. Estas afirmaciones no son más que versiones académicas de No matar y No robar. Ellos lo han testimoniado con su ejercicio en las alcaldías de Bogotá y Medellín. Mientras, otros candidatos son señalados de mentir, matar o, por lo menos, tolerar el asesinato, robar y, por esa vía, hacer del ejercicio del poder un objeto de idolatría y no un mecanismo para el servicio.

Mockus y Fajardo no están predicando el Evangelio; están en campaña electoral. Y en ese proceso están enarbolando ideas que superan la vieja dicotomía Derecha-Izquierda, caldo de cultivo de históricas confrontaciones a muerte. Están hablando de poner la marca de la decencia en el ejercicio del poder político.

Como cristiano, veo en esta fórmula una opción de interés para quienes trabajamos por la justicia y la dignidad humana. Los rasgos fundamentales de esta propuesta los sintetizo, entonces, con mayúsculas: la Honestidad, la Defensa de la Vida, el Servicio y la Reconciliación.

Veremos qué sucede. Estamos eligiendo Presidente de la República y no Diáconos ni Líderes para las Iglesias. La experiencia colombiana y latinoamericana ha mostrado que la sola pertenencia a una iglesia o credo no es suficiente garantía de idoneidad, pulcritud y eficacia. Yo espero que la llave Mockus - Fajardo gane y estoy haciendo lo que está a mi alcance para lograrlo. Y espero que mis hermanos y amigos vayan a las urnas con libertad y conciencia a votar por la fórmula que más satisfaga sus sueños y esperanzas. El miedo no es buen elector.

2 comentarios:

Catalina Jaramillo dijo...

Completamente de acuerdo. Después de casi una década de unanimismo, los colombianos quizás hayamos olvidado la sana costumbre de pensar por nosotros mismos. El miedo ha hecho parte de nuestra historia desde siempre, por eso lo encontramos natural y nos resistimos a cualquier cambio de paradigma.

Palabra y ciudadanía dijo...

Ahí estamos trabajando, Catalina: en el cambio de paradigmas. Suerte y gracias por tu tiempo.